Educación para la cohesión social

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La cohesión social es la capacidad dinámica de una sociedad democrática para proponer el cambio y absorber el conflicto social, mediante una  legítima y justa  distribución de sus recursos materiales, humanos y simbólicos; tanto a nivel socioeconómico (para otorgar bienestar), sociopolítico (para velar por los derechos) y sociocultural (para fortalecer una cultura de paz y de reconocimiento). Es a través de la acción combinada de mecanismos de Cohesión Social en que se desarrolla  una mejor  forma de saber convivir, de compartir valores, planes, recursos, de respetar y comprender las diferencias que existen en una sociedad.
Con el tiempo, estos vínculos materiales y espirituales se enriquecen y se convierten en la memoria individual y colectiva; en un patrimonio cultural, que origina el sentimiento de pertenencia y de solidaridad que es lo que se requiere en nuestra nación  multicultural.

Hay cohesión cuando el estado consolida una visión compartida entre los ciudadanos y el gobierno acerca del  modelo de sociedad  que regirá los destinos del país. Este modelo define los principios  que servirán de plataforma para la elaboración de estrategias, objetivos y  políticas públicas hasta lograr los resultados esperados.  Esta visión compartida permite el establecimiento de consensos sobre los destinos del gasto y la inversión en los  distintos sectores y territorios, la recaudación tributaria, la financiación de los servicios sociales, la seguridad, las políticas de inclusión y protección social.

El Perú ha decidido con este nuevo gobierno defender el crecimiento económico  con inclusión social, y esto sería imposible lograr  sin generar políticas públicas redistributivas que permitan revalorar sectores como educación, salud, agricultura, medio ambiente y otros prioritarios en esta visión compartida de un Perú para todos. Valores como la justicia social, la solidaridad, integridad, honestidad y la primacía del estado de derecho deberán ser  los nuevos linderos del quehacer socio político para caminar de manera firme hacia la cohesión social.

Cuando hablamos de  inclusión social,  estamos garantizando el acceso de una persona a  la CIUDADANIA, a los derechos económicos, políticos y sociales  que le harán  posible enfrentar con éxito los problemas de pobreza, inequidad  y desigualdad en la distribución de los ingresos. Establecer un nuevo orden social, descansa en la forma cómo los ciudadanos entienden el rol de la sociedad, de sus organizaciones y de ellos mismos dentro de este sistema de relaciones; y esa forma de entendimiento sólo será  posible de lograr mediante la educación.

La educación es una PRÁCTICA SOCIAL, ubicada en un proceso socio-histórico determinado, al cual debe responder proactiva y creativamente. La función principal del proceso educativo en un país en desarrollo debe ir encaminado a la transformación de las estructuras que perpetúan ese Estado    y velar por un  proyecto para una sociedad libre y  liberada, pero presente en cada realidad local. La finalidad principal de la educación es el pleno desarrollo del ser humano. Es el  vehículo de las culturas y los valores, como construcción de un espacio de socialización; es por eso que constituye un instrumento de cohesión social y participación democrática indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social.

América Latina ha emprendido las reformas de sus sistemas educativos en aras de mejorar el impacto de las inversiones en educación, pero sobre todo para hacer de la educación la gran palanca de la cohesión e inclusión  social, de la movilidad ascendente a lo largo de la vida y de los saltos para la  productividad y competitividad de sus economías.

La educación como proceso, posibilita el ascenso, crecimiento y maduración de las personas; transfiere conocimientos, forma capacidades, desarrolla potencialidades pero en lo más profundo; la finalidad de la educación es humanizar y homonizar.  Es preparar para el presente y para el futuro, por eso,  necesitamos de una perspectiva prospectiva que nos ayude a trabajar  el presente desde el futuro deseado: Una nueva civilización en la que sea imposible el despilfarro de un pequeño sector y la miseria del gran  sector.

Una sociedad con buenos logros educativos, y extendidos hacia las grandes mayorías,  será más igualitaria en su estructura de ingresos y en la forma de utilizarlos.  A mejor y más educación mejores serán los retornos laborales,  además del impacto positivo de la educación con relación a una  mayor   conectividad,  posibilidades y oportunidades.

A medida que se democratiza el acceso a una educación con resultados de calidad para todos y se  incorporan  dispositivos para compensar desigualdades de origen; se  eleva el nivel de logros y aprendizajes. Se va generando en la comunidad percepciones  de que hay posibilidades para todos. Por otro lado, la educación es el campo privilegiado para socializar en valores y transmitir valores. Tanto por vía del currículo oculto, como de los métodos pedagógicos y de los contenidos transmitidos. La escuela es una gran fábrica de cohesión social,  que luego pasa a  otras esferas de la sociedad cuando los alumnos migran del sistema educativo al mundo del trabajo donde la educación  ejerce también un efecto virtuoso sobre las estructuras productivas y las relaciones sociales.

Nada de lo expresado será una realidad  si es que en esta compleja ecuación no se encuentra el verdadero valor de una variable clave: El maestro.

La experiencia de la última década en América Latina confirma que no es posible avanzar y sostener procesos de cambio social sin reconocer a los maestros  el rol central que desempeñan en las estrategias de cambio. Urge promover una renovación y revalorización del rol del maestro. El ya no puede ser comprendido como un mero actor cuya misión se agota en la transmisión de conocimientos. ¿Cómo educa a niños, jóvenes que acceden a la misma escuela desde hogares que tienen condiciones sociales, culturales y económicas muy diferentes y desiguales?   Su rol  trasciende esta función y se perfila, cada vez más, como el conductor de  complejos procesos socializadores e inclusivos que contribuirán a la cohesión social esperada.

La educación a través del  MAESTRO,  tiene la misión de mediar entre el niño y el mundo, permitiendo que el primero se integre en el segundo minimizando el riesgo de rechazo que existe naturalmente entre ambos. Esta integración,  pasa también por formar parte de los grupos de personas que ya son parte del mundo ,es decir los adultos, implica para el maestro hacerse responsable del uno y del otro, en cuanto  su tarea como mediador entre ambos  va a determinar la manera cómo éstos se relacionan y sus expectativas de sostenimiento. De ahí su autoridad, su valor y  su gran responsabilidad.  El maestro es entonces un ser privilegiado en la construcción no sólo de la cultura, sino de la sociedad.    En el Perú de  hoy necesitamos personas que reflexionen y llenen de significado  sus acciones, cuando se dote de significado todas las reflexiones, se sabrá lo importante que es el uno y el  otro para nuestro entorno, en palabras de San Agustín: “necesitamos de los demás para ser nosotros mismos”.

La educación es un factor de cohesión cuando la diversidad de las personas  es un valor que evita todo tipo de exclusión social. Todos anhelamos saber, por eso no hay sabios absolutos ni ignorantes absolutos en palabras de Freire, todos aprendemos de todos.

Es necesario poner a la educación en el centro de la agenda de las políticas públicas del gobierno. Ello obliga, por un lado, a redimensionar el papel de la educación para viabilizar procesos para la cohesión social. Pero al mismo tiempo, se pone en evidencia que las acciones en el ámbito educativo deben ir acompañadas de las políticas públicas de desarrollo social, en particular aquellas que tengan por objeto el trabajo, la generación conjunta de programas intersectoriales para la atención integral del binomio madre – niño; la inserción de la juventud en programas de emprendimiento y sobre todo el empoderamiento de la mujer y  valorar, cuidar y mantener la autonomía del adulto mayor.

Ciudadanía, es el derecho CONSTITUCIONAL que todos los peruanos debemos aspirar, para ser plenamente realizados.  La preparación para una participación activa  y social en la vida ciudadana debe convertirse en misión educativa, donde se procure la reflexión analítica, la ética y la formación moral, el entendimiento  de la dimensión planetaria,  el pluralismo y la educación multicultural en un ambiente limpio y sano, siendo los Maestros en los diferentes niveles, zonas geográficas, realidades socio económicas y culturales el verdadero facilitador de los procesos subyacentes.

Que este  RENOVADOR  de mentes, de corazones y de fuerza espiritual, sea reconocido en su magnitud: No solo materialmente sino en su esencia, como portador de la transformación, del desarrollo social y por lo tanto económico de nuestro querido PERÚ.

Feliz día MAESTRO

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