¿Pudieron salvarse?

Pudieron Salvarse¿Pudieron salvarse? La pregunta no tendrá nunca una respuesta. Lo cierto es que los tripulantes del helicóptero de la FAP que murieron en el VRAE, incursionaron en un lugar infestado por terroristas en una nave cuyo blindaje sólo podía resistir municiones de fusil AKM o FAL.

Sería aventurado decir que, de haberse blindado las naves adecuadamente para prevenir ataques con la potente ametralladora PKM calibre 7.62 X 54R que poseen los subversivos, con un alcance efectivo de 1.500 metros, los heroicos oficiales habrían podido resistir y salir con vida.

Las balas ingresaron por las ventanas del MI 17, difíciles de blindar por razones de peso. Aún así, hay aspectos que merecen ser considerados.

En primer lugar, como lo señalamos a través de algunos medios el pasado fin de semana, y como lo ha ampliado con más detalles el diario La República, el blindaje de los cuatro helicópteros MI 17 se frustró parcialmente, cuando la FAP objetó por razones técnicas el trabajo de la empresa nacional Protemax, dedicada a blindar automóviles y ventanas de viviendas. Sus dos helicópteros quedaron simplemente con el blindaje original, apto para municiones menos potentes.

Al parecer, los resultados del blindaje de Protemax en los dos helicópteros del Ejército no fueron los mejores. Si no, ¿por qué no se empelaron esas naves para la operación de rescate? Se dice que no podían desplazarse adecuadamente por las fallas que la FAP señaló.

Hay que añadir a esta historia otros elementos. Cuando se decide blindar las cuatro naves, se presentaron varias firmas con experiencia en estos menesteres, entre ellas, la francesa-hindú AST, la colombiana Caballero, una alemana, una mexicana y dos de los Estados Unidos.

Se dice que fueron descartadas por ser sus ofrecimientos demasiado costosos. ¿Cuánto vale la vida de un oficial peruanos, profesional, entrenado durante más de una década, y amante de su patria como lo fue el Mayor Ángel Vejarano, quien nos dejó su emotivo testimonio audiovisual?

Pero hay más. También hubo una empresa nacional, Armor Security, que entró asociada y garantizada por la franco –holandesa Tecnacate Advance Armour. Su costo superó al de la empresa Protemax por poco más de 90 mil dólares.

La cifra es razonable ante un monto de 709 mil dólares que llegó a presupuestar la firma elegida. Sin embargo, según mis fuentes, y con documentos que tuve a la vista, el área cubierta por el blindaje de la cabina de los pilotos se incrementaba en un 53%, ofreciendo mayor protección a sus ocupantes, e incluía un piso desmontable para proteger el área de carga, donde suelen llevarse pasajeros y, muchas veces, autoridades de Estado. El peso excedía al requerido en apenas 28 kilos y medio.

Sería absurdo pretender asegurar que, de haber empleado un MI 17 con este nivel de protección, los pilotos habrían salvado. O que los blindajes ofrecidos por las demás empresas hubieran significado eso mismo. No podemos ponernos en esa hipótesis. Sencillamente, nunca lo sabremos.

Lo que sí sabemos es que hubo decisiones extrañas al contratar los servicios de blindaje de los helicópteros que son armas estratégicas para intervenir en una región donde el país se está jugando parte de su futuro, y en los cuales nuestros soldados se juegan la vida. Y eso debe ser investigado a profundidad. El Parlamento y el nuevo ministro de defensa Rafael Rey tienen la palabra.

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